12.02.2005

ahogado en la bebida esperando



El alcohol, la noche, las mujeres, el sexo, las drogas, la música, el estado colérico en cual creo estar o alguno lo designa para mi me, danzan en mi mente…

Mientras la horas pasan el corazón se debilita y las piernas se entumiesen a la espera del raciocinio, que no existe mas que la creación de concepto e imagen reciproca de la ironía de las entidades supremas, que usaron para enclaustrarnos en este sitio baldío de la población

Somos el hijo desterrado de las tierras de buena cosecha, fuimos enviados a vivir por la basura del mundo, desterrados sin derecho a volver a estado de juventud y regocijo, dentro de la armonía celestial en donde cuidan y pretejen tu estadía. Pues esto no es cuando llegas después de largo tiempo a casa y te recogen los bolsos y hacen pasar a tus amigos y te alimentan de maravilla. Esto no es así, no volveremos a ese estado por que fuimos condenados a la miseria y a la esclavitud, al dolor y ala desesperación. Atados con cadenas al piso y con grilletes al cuello, con vendas en los ojos.

Y hay que empezar de nuevo a deshacer el mundo, ese mundo pequeño que radica en la mente humana y nos hace ser felices con tan poco y miserables a la ves con tanto. Como esas fuerzas me vinculan a esto y aquello a la vez esos poderes místicos que hacen rotar el mundo en el momento que me aisló de este, ese cable a tierra que evoca a la razón y al dolor, de estar. Difuso entre alcohol y tabaco el hombre ha encontrado el sabor de la demencia y de ese llanto apabullante de la vergüenza y el dolor que se omite y se descarga en los burletes, para callar y respirar en los suburbios dentro de los suburbios, comer y salir renovado dispuestos a seguir matando por ordenes supremas.

Las mil trasformaciones de mi cabeza y los mil pensares de mi estomago, junto con otro amanecer que puedo ver a través de mi ventana y el pensar que cuantos mas poder llegar a ver tras un cristal. Así como nos vamos trasformando, mutando o alienándolos, sea cual sea el cambio, somos simples como mariposas nos vamos reproduciendo y aflorando en los amaneceres. Con esto, eliminaremos la idea de una posición del origen en sitio lejano al presente, sino más bien ahora tendremos que decir que estamos en constantes orígenes, ya que el estado de constantes trasfiguraciones humanas tras la constante estadía y contaminaciones de pensar, como si aquel instante fuera a ser el primero del resto de tus días, y esos conocimientos te fueran útiles para la solvencia del pensar. Todo aquello por la constante desesperación por encontrar la verdad dentro de este campo marchito y lleno de tinieblas en el cielo de las bestias que se alimentan de las almas y los suburbios de la desesperación y la agonía, donde la verdad es esa luz difusa entre las tinieblas.

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